Posted on junio 24, 2022 View all News and Up-Coming Events
Por cerca de 50 años, nuestra nación ha sufrido bajo el enorme peso de una decisión erróneamente razonada de la Corte Suprema. El fallo en el caso de Roe contra Wade impuso el aborto legalizado en todos los 50 estados, con lo cual se le negó efectivamente al electorado la libertad y el poder de debatir y decidir sobre este polémico asunto. Desde que se tomó esa decisión, han muerto más de 63 millones de bebés por la horrible brutalidad del aborto.
Hoy, la Corte Suprema ha revocado esa decisión destructiva y profundamente injusta y le ha restaurado a la población el poder de promulgar leyes de afirmación de la vida en sus estados y en el Congreso.
Le damos gracias a Dios por esta acertada decisión. Al mismo tiempo, también sabemos que el trabajo de proteger a los niños por nacer y a sus padres contra la tragedia del aborto está muy lejos de terminar. Este es un momento clave en lo que será una larga línea de victorias subsiguientes de afirmación de la vida, por lo cual elevo mis oraciones. Queda mucho trabajo por hacer para crear leyes y políticas en Virginia y otros lugares, en las cuales se reconozca la santidad de cada vida humana y se proporcione a las mujeres y a sus bebés la protección, el cuidado y los recursos necesarios para seguir adelante.
Por medio de nuestros ministerios diocesanos y parroquiales y de Caridades Católicas, la Iglesia de la Diócesis de Arlington seguirá acompañando a las madres que tengan embarazos en crisis y dando apoyo durante el embarazo y la adopción, asistencia financiera para fines médicos y de emergencia y cuidado a quienes han tenido un aborto. Nos proponemos recordarles a esas madres y a esos padres que no están solos. Aquí estamos listos a acompañarlos en cada paso del camino.
A las mujeres, los hombres y los jóvenes de nuestra diócesis y nuestra nación que, con oración y acción, han defendido incansablemente la vida en el vientre de la madre y han ayudado a las madres durante el embarazo, les expreso mi sincero aprecio por todo lo que han hecho. Ahora los insto encarecidamente a mantenerse comprometidos con el trabajo largo pero lleno de esperanza que tenemos por delante para construir una cultura de vida. Debemos mantenernos en comunicación con nuestros funcionarios públicos electos e instarlos con urgencia a apoyar la dignidad y la santidad de cada vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Sus oraciones, su servicio y su defensa de esta causa son elementos vitales necesarios para hacer que el aborto en Virginia sea algo inconcebible.
A todas las personas que han sufrido el dolor del aborto, les aseguro que Nuestro Señor desea darles consuelo y paz. Por medio de su misericordia, ustedes pueden experimentar su sanación y su perdón y llegar a conocer la presencia constante de Dios en su vida. La Iglesia Católica está lista para caminar con ustedes en ese peregrinaje.
Que Nuestro Señor, en su misericordia, permita que haya más victorias a favor de la vida en nuestro país. Como nación que se enorgullece de ser “una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”, que siempre demos prioridad a la protección de los más vulnerables entre nosotros.