Carta del Párroco | Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario

Posted on julio 3, 2025 View all Carta del Párroco

Queridos hermanos y amigos en Cristo,

La semana pasada , tuve la gracia inmensa de participar en el Jubileo de los Sacerdotes celebrado en Roma, del 25 al 28 de Junio, una ocasión histórica que reunió a presbíteros de todas las naciones en torno al Santo Padre León XIV, quien presidió el viernes 27 la solemne ordenación sacerdotal de 32 nuevos sacerdotes para la Iglesia.

La Basílica de San Pedro, colmada de fe, fue testigo de este momento único donde el Sucesor de Pedro recordó al mundo la grandeza y la belleza del sacerdocio ministerial. Durante la homilía, el Papa León XIV pronunció palabras que resonaron profundamente en mi corazón y que deseo compartir con ustedes:

«El sacerdocio es el signo vivo de que Dios no abandona a su pueblo. En cada sacerdote, la Iglesia reconoce la presencia del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas y nunca se cansa de buscar a los que se han perdido.»

Estas palabras, proclamadas con la fuerza del Espíritu Santo, me recordaron que el ministerio que todos los días compartimos no es un simple servicio humano, sino la prolongación del amor mismo de Cristo en medio del mundo.

Lo que más me conmovió fue la universalidad palpable de nuestra Iglesia: sacerdotes de lenguas y culturas diversas, unidos por la misma fe, la misma misión y el mismo Evangelio. Al ver a jóvenes ordenados por el Papa, comprendí con nueva claridad que el sacerdocio no es un privilegio, sino una entrega, un llamado a ser puente de comunión y de misericordia.

Estar tan cerca del Santo Padre, recibiendo su bendición y escuchando su exhortación paternal, renovó mi fe y mi propio sacerdocio. Fue un momento de profunda oración en el que sentí el abrazo de Cristo Buen Pastor que me decía: “Confía, yo estoy contigo todos los días.”

En medio de las oraciones y cantos, recordé a cada uno de ustedes, mi comunidad parroquial, que con su oración y cariño sostienen mi vocación. Mi experiencia en este Jubileo me confirma que somos una sola familia, una sola Iglesia, universal y misionera, llamada a anunciar a Jesucristo con alegría.

Quisiera concluir con otra frase de la homilía del Papa que deseo guardar en el corazón como un faro para mi ministerio y compartir con ustedes: «El sacerdote no es dueño del Evangelio, sino su humilde servidor. No anuncia sus ideas, sino la Palabra que salva. No busca aplausos, sino la conversión de los corazones.»

Les invito a seguir rezando por todos los sacerdotes, especialmente por los nuevos que inician su camino. Que este Jubileo sea para toda la Iglesia un tiempo de gracia y renovación. Yo he vuelto a casa con el corazón encendido y con la certeza de que vale la pena entregarlo todo por Cristo y por ustedes.

Con gratitud y afecto en el Señor,

P. Alex